Ayer estuve a punto de tropezarme con una gitana. Y eso me hizo recordar un episodio que viví en Granada hace unos años. Yo estaba tan tranquila por los alrededores de la Alhambra, cuando de pronto apareció una gitana con una ramita de romero y me extendió la mano. Yo pensé que igual que aquí daban los periódicos 20 minutos o metro gratis, o papelitos variados anunciando no sé qué, bien podían allí ofrecer ramitas de romero en vez de eso (inocente que es una). Cuando pillé el susodicho romero, la gitana me agarró la muñeca y me dijo “ay, paya, que te via leer la mano”. Yo dije que no y que tenía prisa (excusa socorrida pero cierta: mi tren salía en “sólo” diez horas), pero me tenía bien sujeta y me dijo “paya, que si no, vas a tener mala suerte, anda que te lea la buenaventura”. Y a mi eso de que me deseen mala suerte y más una gitana, me da yuyu, así que me dejé y procedió. Me dijo que había un rubio y un moreno y que a mí me interesaba no sé quién de los dos y que lo iba a conseguir, que ella me iba a ayudar. Ya de inicio, erró hasta en la orientación. Luego me agarró la otra muñeca en un gesto rápido y me dijo que había una amiga que me tenía invidia, ay paya, y que tuviera cuidadito. Y no sé qué de una morena que me quería echar mal de ojo y que ella me la iba a quitar de encima. Que yo pensé entonces, “ay, gitana, malaje, si está buena, déjala encima mío”. En fin.
Tras todo ello, me dijo que le diera algo, que si no tendría muy mala suerte. Le di unas monedas y ella me dijo que papel, que para atraer la mala suerte las monedas eran lo peor (si valiesen más que el papel hubiese sido al revés, obviamente). Le di 5 euros y dijo, “ay, paya, 5 por cada mano, que te leí las dos”. Grr. Yo no tenía nada más que 20 euros. Y ella me dijo, “ay, paya, dame los 20, que ya te doy yo 10, que mira, llevo cambio” y coño si llevaba, un fajo de billetes que pa qué. Ahí si hubiese sido yo lista, le pegó un empujón y me llevo el fajo alhambra pabajo. Pero no, que me daba yuyu la gitana y lo mismo me ponía 10 velas negras. Así le di los 20 euros, pensando que ya me podía olvidar del cambio y que pedazo sablada me había pegado la tía, pero entonces ella me dio 10 euros y me dijo “ves, paya, que no soy una ladrona”. No, sólo una timadora y yo una incauta, pero como muchos otros, porque si no de qué iba a tener ese fajo de billetes que yo vi. Tras ese episodio, bajé ya a graná centro y en los alrededores de la catedral vi a una prenda similar con el romero, así que lo que hice fue irme literalmente a la acera contraria. Luego llegué a casa diciendo que había comprado un romero con propiedades milagrosas por 10 euros. Qué chollo!.
sábado, 21 de octubre de 2006
macbollix y el caso de la gitana de graná
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