jueves, 27 de agosto de 2009

depresión post-vacacional

Acabo de reincorporarme al trabajo y a mi jefe le ha faltado tiempo para encolomarme un marronazo. Yo que ya estaba deprimida postvacacionalmente, era lo que me faltaba. Me han entrado unas ganas de llorar que pa qué, pobre yo. Vale, ok, ya sé que os importa una mierda. Hum. Y es que una parte de mi alma se ha quedado en la semana pasada, en Londres. Me hubiera encantado quedarme atrapada en el espacio-tiempo y que este lunes hubiese sido el pasado, y el siguiente lunes, igual, así en plan de día de la marmota, o semana del londoneo. Yo es que he nacido para estar de viaje ocioso permanente, no para trabajar en marrones ajenos que pregúntame si me importan y u interesan. A ver si me toca alguna lotería. En cualquier caso, deberían dejar una semana de desintoxicación vacacional, en la que tomarse las cosas con calma, para intentar diluir los efectos depresivos, mientras los recuerdos se evaporan. Pero no sé yo si funcionaría. Llevo una semana en la que sueño con Londres cada noche. Sin duda, sí, parte de mi alma anda persiguiendo ardillas en Sant James’s Park, tomando pintas con los leones de Nelson en Trafalgar Square, fumando un cigarrillo con el Eros de Picaddilly mientras contemplamos los anuncios luminosos de neón. Parte de mí se ha perdido en los mercadillos de Camden y Portobello, en un paseo por el Támesis, en la Serpentina de Hyde Park. Un trozo de mi esencia anda yendo a musicales, viajando en la parte de arriba de los buses o en el underground. Un gran pedazo de mi espíritu va cerrando los pubs que encuentra (a las 11!!, horario de guardería), abrazándose a las figuras de cera de Madame Tussaud’s (básicamente Shrek, que es más de mi tamaño) y poniendo su nombre en el libro de visitas del Museo de Sherlock Holmes. Media Macbollix se ha quedado en el london eye, mirando el Big Ben desde arriba, en el museo británico, con las momias egipcias, en harrod's, tirada en la hierba al lado de Westminster o suspirando en una cama de la 777 de un hotel del Strand. Estoy disociada, entre el pasado y el presente, entre Londres y Barcelona, entre el ocio y la rutina, entre el cielo y el infierno. Y con un marronazo encima. Y con la misma nula ilusión de siempre en mi vida. No fue perfecto, pero estuvo bastante bien, lo suficiente para haber perdido un trozo de mí. Ahí, donde me vuelvo invisible, donde se nota un vacío, ahí, donde no hay nada que evite físicamente que las lágrimas caigan al suelo.



1 comentario:

coses2 dijo...

Yo también disfrute mucho.
Un beso