Le France

Seré breve, como mis vacaciones. Ya llegué hace unos días de mi viaje por Francia. Viaje que se podría comentar casi más por lo que no hicimos, no vimos y demás que por los hechos. Y es que cinco días dan para poco. Así, no fuimos a Toulouse, ni a Sete, ni hicimos un crucero por el canal du midi desde Carcassone, ni por las marismas de la comarca de La Camargue desde Aigues Mortes…y no fuimos a Sete, ay que ya lo había escrito, jiji…Tampoco mi compañera, evampaná, hizo todas las rotondas como Dios manda, así una la hizo por la izquierda porque ella lo vale y un coche francés que venía correcto creo que dijo algo de la merde y la puté de las femmes de l’espagne. Menos mal que no pasó nada. Y espero que no escriba también aquí que fue fruto del cansancio. Excusas. Vayamos a lo positivo. Vimos algo de Perpignan (no el palacio de los reyes de Mallorca), algo de Colliure (no la tumba de Machado), Montpellier (pero no subimos al trenecito que te da una vuelta por toda la ciudad ni al tranvía colorista), Narbonne, Beziers…

Ay, Beziers, que qué necesidad, y máxime cuando nosotras, que llevábamos un GPS defectuoso incorporado, para llegar a la catedral que estaba a 50 metros de donde aparcamos nos fuimos a las afueras del pueblo y lo rodeamos un buen rato y luego nos metimos en el barrio de los gitanos que hablan en español y la compi empezó a andar muy deprisa con esas patas largas que tiene por una cuesta empinada y yo perdía el resuello y… menos mal que luego me pude tirar en una especie de columpio que hay en un bar saliendo de dicha catedral. Qué ganas de complicarnos la vida, pudiendo haber ido “instead of” a Sete. Ay, volvió a salir.

También vimos un poco de Nimes, básicamente el anfiteatro, por fuera y por dentro, y las ciudades amuralladas de Aigues Mortes y la más importante, Carcassone, donde hay más españoles que en ningún otro lugar de Francia. Y además, se hacen notar, eh, que hablan unos decibelios por encima del resto de gente. En Carcassone fue donde tuve la mejor experiencia del viaje, sin lugar a dudas. Porque me metí entre pecho y espalda una pedazo de “cassoulet” que pa qué. La cassoulet es una especie de fabada francesa, más fina que la asturiana, pero igualmente pesada, pesada. Ay, qué digestión la de aquel día. Pero qué buena estaba la condená. Y ya.

Podía poner fotos pero me olvidé la cámara, ay, creo que petitacriatura me va a matar. Y con el móvil y la cámara de mi compi tampoco sacamos demasiadas. No al menos buenas. Bueno, pondré alguna. Pero no es lo mío la fotografía. Más cosas, pues que hay chicas francesas muy muy guapas. Bueno, supongo que las hay en todas partes pero al estar de asueto te fijas más en según que cosas, cual si las feromonas camparan por sus anchas en vacaciones. También aprendí francés. Jijiji. Una cerveza se dice unbier, caña de cerveza es demí. Desayuno es el petitdejenú (pero casi siempre se les había terminado los cruasáns), para saludar se dice bonyur, bonsuar, orvuá y para dormir, bonanuí. Los camareros son messies y madams, gracias es sirvuplé…. Y la cuenta se dice “le sablé”, porque es caro, caro, un café, dos euros, una demí, 3,50, el tabaco, el doble que en España, la gasolina más barata 20 cts/l más cara que aquí. En fin, que por mucho que mi compi -que medio domina el francés, menos mal, y que me hizo de intérprete todo el rato- pidiera “ladisón”, la cuenta en francés, no nos engañemos, es “le sablé”. He escrito las cosas medio fonéticamente porque si no, no hay quien se entere. Ay, estos gabachos que pronuncian como quieren. No sé si se me olvida algo digno de mención. Si es así, la que hace las rotondas al revés, ya escribirá algún comment. Lo pongo con todo el cariño, eh, (faltaría más, que si no, se pondrá a hacer otro viaje por Marsella, Niza, Cannes, Mónaco… sin muá).

Bien, sefiní. Al final no fui tan breve como pretendía, coñio!.

Pd: Ya tengo un año más que la última vez que escribí. Las interesadas en que me pague alguna copichuela, que me escriban al mail y concretamos. Estaré este finde que viene en Barcelona y el próximo en Madrid. Y entre medias, también en Santander. Qué ubicua soy, Dios mío!.