¿y un post triste y ñoño?

Yo ya nada espero. He perdido toda ilusión. Sé que lo bueno no va a llegar nunca. O tal vez ya pasó para siempre.

Sin embargo, a veces alcanzo a diseñar pensamientos mezclados con sensaciones y deseos. En ocasiones vislumbro sueños. E imagino qué bueno sería tener noticias tuyas, saber de ti. Que un día aparecieras en mi vida sin avisar, cuando ya perdí toda esperanza de tenerte. Que me mandaras, quizá, un mensaje en una botella en este océano de nuevas tecnologías; una llamada, tal vez. Que nos citáramos. Que, de repente, mostraras un inusitado interés en aliviar mis innumerables penas. Que, sin venir a cuento, exhibieras un irrefrenable deseo de conocerme en serio y pusieras encima de la mesa toda la paciencia que deberías tener para ello. Qué bueno sería que tu corazón te mandara a luchar en la guerra por la conquista de mi felicidad. Qué éxtasis si te involucraras en la tarea de ser mi heroína, si quisieras penetrar hasta en el último centímetro de mi piel e introducirte en todas mis neuronas. Sabes que podrías irrumpir con paso firme y seguro. Sin miedo, porque estoy deseando capitular y rendirme a tus pies, anhelando que me liberes del yugo de la mediocridad del día a día, de la nada en que vivo sumergida, de tanta soledad.

Qué bueno sería poder descansar en tus brazos. Encontrar, cobijada en el refugio de tus pechos, la razón de por qué tuve que nacer yo precisamente y no cualquier otro. Qué bueno si en tus ojos se intuyera nítidamente tu deseo, tu cariño, tu necesidad de mí. Qué fantástico si se escapara de tus labios un te quiero. Alcanzaría la gloria si me acariciaras tiernamente, si tu sensibilidad devolviera a su lugar todos y cada uno de los pedazos de mi alma que se me han ido desperdigando y cayendo al fondo del pozo a lo largo de mis innumerables días de infinita tristeza. Qué bonito sería que me dejaras amarte, que me permitieras adorarte y cuidarte, darte todo mi calor, que te abrieras a mí y pudiera instalarme en el interior de tu ser. Qué fantástico si nos entregáramos juntas y de la mano al placer de la vida en toda su extensión. Qué bueno si quisieras salvarte conmigo de este mundo triste y vacío.

Pero yo ya nada espero. He perdido toda ilusión. Y sé que ya no vas a llegar nunca. Sin embargo, qué bonito sería estar equivocada.