lunes, 23 de junio de 2008

San Iker y el talismán Marina: pudimos.

Me alegra haberme equivocado y que España haya pasado a la semifinal, rompiendo así el maleficio de los cuartos, que duraba ya casi un cuarto de siglo. Intuí una especie de señal de lo que podía pasar cuando mi sobrina mayor –ayer nos la encasquetó mi hermano junto a su sister para que ellos pudieran descansar cuatro días a solas con el bebé, hum-, culé convencida, empezó a llamar guapo a casillas desde el minuto 1, y a confesar que le encantaba y que qué suerte tenía su novia, etc, etc. Luego al empezar la tanda de penaltis dio un besito de buena suerte a la imagen de Iker en el televisor, una de las múltiples tonterías que se le ocurren a lo largo del día, en su ejecución perfecta de lo que significa la edad del pavo. Pero lo cierto es que funcionó, porque hoy todos hablan de San Iker por sus paradas milagrosas -al final del partido pero también durante el mismo. Aunque no hay que olvidar lo bien que tiraron los penaltis casi todos los de España, especialmente Cesc Fábregas el último; y lo bien que aguantamos al ogro italiano durante más de dos horas. En fin, para la historia quedará esta tanda de penaltis, que significó el final de la maldición de España en cuartos de final…hasta que vuelva. Y lo que tenga que pasar a partir de ahora, que pase. Y a mi me quedará la duda de si mi sobrina mayor tiene una flor en el culo y la debiéramos adoptar como talismán ipso facto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajjaja! mira por donde, tu sobrina.
Yo creo que este ha sido el único partido que he visto (de fútbol masculino, en la tele) desde naranjito. Forzada por las circunstancias (otro día hablaré de ellas, de las dos, y de qué explicación psicológica conductista podría encontrar al hecho de que una de las circunstancias -llamémosla C sub1- emita gruñidos de disconformidad cuando meto mi televisor-grande-quetecagas-semirregalado-pormihermana-larrica- en el salón común para, días después, erigirse en dueña y señora no sólo del aparato sino de la programación en su totalidad. Lo ama. A mí me detesta pero a mis posesiones materiales, no.
(Mi relato semi-verídico se titulará: Cómo vivir con dos heteros treinteañeras y no desear la autodestrucción. O Dos circunstancias insoslayables: C sub 1 y C sub 2).


Después de todo, disfruté hasta cierto punto del partido (En realidad, fueron sólo los últimos 10 minutos y la prórroga). Pero ocurrió algo en mi interior que me inquietó:
.......
.........

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Va, lo suelto tal cual:
IKER CASILLAS ME álgo así como atracción. No quiero precipitarme, pero lo cierto es que sentí atracción, vamos, que me atrajo. Una cosa mu wrrarra wrrara rrara.
SOCORRO. me pone casillas. (¡¡??)
No sé si será la erótica del éxito (que me lo acabo de inventar), o que la tele es mu grande, o q llevo muchos meses sin follar.
También he pensao que me recuerda a Leocadia (nombre ficticio donde los haya) ya que esta atractiva y carismática mujer me pone mucho desde siempre (las cuatro veces que la he visto). A mí y a cuarenta tías más. A toda la que se acerque a la irresistible órbita de su atracción.
Y dicha Leocadia tiene algo viril, en el sentido de fuerte. Es atlética, brazos fuertes, huesos anchos. Pero además tiene unas tetas (perdón, quise decir pechos) que te mueres (quise decir maravillosos). Y una personalidad que la convierte en un bombón (Enhorabuena, Iluminada -nombre ficticio, también).

Perdona el uso abusivo de tu espacio, pero entre Iker-Leocadia y mis compañeras de piso me tienen desquiciá.
Ahí están, C sub 1 y C sub 2. Viendo Hospital Central en MI televisor (diossanto, yo que nunca he sido territorial).
Me voy a ver si veo a esas dos pegarse un beso (qué precariedad)A la enfermera y la otra. Huy, qué buena que está la morena. (Estoy fatal).
Rafi (la que necesita la terapia)