Estoy de resaca. En día laborable. He vuelto a tener que tomar una coca-cola esta mañana temprano. Ya ni me acordaba de cuándo fue la última vez. Anoche bebí hasta decir basta. Y me volví a pasear por el barrio haciendo la ruta barturística que llegó a ser tan habitual antaño. Con el añadido de que ahora también fumo. No es que esté orgullosa de ello. Pero ayer lo necesitaba. O en esta época en general. Se acaba de ir el color de mi vida y vuelve el blanco y negro. La tristeza, la desesperanza, la desilusión vuelven a ser mis fieles compañeras, las únicas. Preguntas como “¿qué pinto yo aquí? ¿y todo esto para qué? ¿qué va a ser de mí?” vuelven a asomarse a mi cabeza. Estoy hundida. Desorientada. No sé qué hacer ni qué quiero. Sólo tengo ganas de estar en la cama, debajo de las sábanas y dormir sin que nadie me moleste. Y llorar. La única persona a la que tengo que ver cada día, mi madre, no muestra la más mínima solidaridad ni comprensión para conmigo y mi gato me muerde y me araña más que de costumbre. A veces me parece que no fui yo quien fue feliz los últimos meses, sino una extraña cuya vida por algún inexplicable motivo yo siguiera durante algún tiempo. Porque mi vida es una mierda, sólo hubo un pequeño paréntesis que parecía que iba a cambiarlo todo, pero que se fue como un suspiro, dejando las cosas en el mismo punto, en la negrura en la que estaba instalada, o incluso peor, porque es como si te sintieras no sólo jodida, como siempre, sino engañada por haber vivido cosas bellas durante tan poco tiempo.
¿Acaso no me merezco más? No creo ser un monstruo ni una mala persona. Pero eso da igual. Los peores son los que parecen merecer la felicidad y la tienen. Y la gente buena es siempre la que sufre y palma. Sólo hay injusticias en la vida, en el mundo. ¿O será acaso que soy verdaderamente una mierda y merezco, pues, esta vida de mierda? Y sólo puedes fiarte de ti misma, no puedes confiar en nadie, todos son decepcionantes. La mujer de la vida de una es una misma y no se puede entregar el corazón a ninguna otra, porque nadie se lo merece, nadie lo valora y seguramente lo que acaben por hacer con él, al final, más pronto que tarde, sea pegarle una patada y mandarlo a tomar por culo. Claro que si piensas así y nunca te entregas y nunca te fías de nadie, puedes perder posibilidades de ser feliz con la gente… pero también ahorrarte mucho sufrimiento. A ratos la odio y a ratos volvería a entregarme a ella, más si cabe que antes, a la menor señal por su parte. A ratos desearía no haberla conocido y a ratos desearía volverla a descubrir, como en “eternal sunshine of the spotless mind”. A ratos muero y a ratos…también. Hace 10 días este próximo jueves era el día de la ilusión, de la partida, de volverla a tener en mis brazos. Y ahora este jueves es simplemente el puto jueves santo de los huevos, un día más, oscuro, gris, negro, olvidable. Y todo me recuerda a ella y me hace llorar: desde una canción tonta como assumpta de siniestro total hasta cualquier lugar donde estuvimos, pasando por mi dedo desnudo y huérfano de anillo. Jamás volveré a ver un atardecer en la playa, ni a montar en las golondrinas ni tantas y tantas otras cosas, porque no podré evitar pensar en ella. Y a veces, sin aviso, se me mete en la cabeza su voz, su risa, a veces veo su mirada clavada en la mía. Y me pregunto por qué me tienen que pasar estas cosas, por qué todo lo bueno se acaba enseguida y por qué tengo que volver a sufrir así. De nuevo sola, enfadada, triste, deprimida. Ahora tengo que desenamorarme (y no tengo ni puta idea de cómo, cuando a ella le resultó tan fácil y tan rápido) y procurar no caer de nuevo presa del maligno, aunque ya sé que en mi caso eso es imposible, porque mi corazón es un suicida en potencia y en acto.
¿Y qué va a ser de mí? Nunca se sabe.
lunes, 2 de abril de 2007
vuelvo a las andadas
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6 comentarios:
Nena, como te entiendo.. por causas distintas pero el final es el mismo, ¿porque nos tiene que pasar estas cosas a nosotras?. Lastima que estes tan lejos , nos podriamos emborrachar juntas.. Pero, lo bueno o lo malo, segun se mire, es que al final sigues, no sabes como pero sigues, debe ser eso que llaman la inercia de la vida.
En todo caso, al menos tengo el placer de volver a leerte. Un fuerte abrazo.
Un fuerte abrazo para ti también, dark. Y para tu miel.
Bienvenida al club. A mi siempre me acaba pasando lo mismo que tu has descrito, una y otra vez...
Suerte que no se puede vivir siempre enfadada, o al menos yo no se, así que solo te quedas jodida.
Saludos!
Yui
Gracias por leerme, yui, y por poner un comentario.
Desde "el club de los corazones rotos i la gent fotuda", un saludo.
Lo bonito de enamorarse es que cuando se acaba siempre te juras a ti misma que no va a volver a pasar más.
Soy feliz ahora porque antes me he pegado algunas ostias, amiga Mac. Ojalá tu te las pegues también :-p
Si alguien te pudiera asegurar que después de las ostias vendría la felicidad (estable y duradera), bienvenidas serían. Pero eso nadie lo sabe. Una abraçada para ti y la petita criatura.
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